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En el Perú, la danza es una manifestación cultural que expresa y simboliza la identidad cultural de nuestros pueblos; esta está presente en los distintos ámbitos del quehacer social, religioso y cultural del hombre desde tiempos ancestrales y es una manera viva de mantener perenne todo nuestro legado cultural. Precisamente un ejemplo de esta manifestación es la danza conocida con el nombre de “danza de las tijeras”; un arte ancestral que hasta el día de hoy se viene transmitiendo de maestro a discípulo. Se ha intentado formar escuelas de danzantes, las cuales no han tenido éxito debido a la complejidad de esta danza: una mezcla de espiritualidad religiosa y poder sobrenatural de los danzantes.

El propósito central del presente proyecto es impulsar el trabajo de cuatro extraordinarios niños danzantes, descendientes de familias ayacuchanas que practican este arte, tanto desde la danza misma como desde la música. Estos niños, desde hace un año, reciben una capacitación en técnicas teatrales por parte de Amiel Cayo (actor de Yuyachkani) y Ana Gladys Arce (actriz y pedagoga). Dentro del proyecto también se cuenta con la participación de tres maestros músicos: Andrés Lares, Gerardo Caccha (violín) y Zenón Llamocca Inka (arpa). En esta etapa se trabaja en un montaje teatral inspirado en la leyenda de El niño leñador, que narra el origen de estos danzantes y su legado cultural; finalmente, se debe realizar la difusión de la obra a través de una temporada teatral en la sala Yuyachkani y otros escenarios, para que otros niños conozcan el gran valor de esta danza, contribuyendo a la identidad cultural de nuestro país.



















Apuntes sobre la danza de las tijeras

Originalmente la danza tenía otras denominaciones, como: “los danzaq” en Ayacucho, “los galas” en Huancavelica o simplemente lo llamaban “supaypas huasi tusoq” (el danzante en la casa del diablo). José María Arguedas generalizó la danza con el nombre de “danzante de tijeras”, por la semejanza de las hojas de acero que los danzantes llevan en la mano para acompañar rítmicamente la música, mientras ejecutan los movimientos de la danza.

Según estudios antropológicos, la danza de las tijeras viene a ser una prolongación de los rituales que se practicaban en la sociedad incaica, sobretodo por los hombres, quienes debían poner a prueba su valor y fortaleza para formar parte de la sociedad. Se dice también que en la etapa de la colonia muchos rituales ancestrales fueron prohibidos por la nueva religión impuesta por los españoles; en respuesta los pobladores se organizaron para seguir venerando a sus dioses en un movimiento de rebeldía llamado Taki Onnqoy (la enfermedad del baile), donde los hombres bailaban presos de profundo éxtasis invocando el retorno del antiguo orden; en respuesta los curas españoles establecieron que todos estos rituales rendían culto al Diablo, destruyendo las huacas y construyendo sobre ellas iglesias cristianas. Sin embargo, a través del tiempo, muchas manifestaciones han persistido como el arte de los danzantes a quienes se les vincula con el Diablo. Se dice que estos tienen un pacto con Lucifer, pero este pacto no es otra cosa que un pacto con los dioses reprimidos por los españoles.
Actualmente la danza se practica en toda la región denominada Chanka, que comprende los departamentos de Ayacucho, Apurímac, Huancavelica y la parte norte de Arequipa. La presencia de los danzantes es importante en todas la festividades, tanto patronales como rituales a las deidades tutelares. Es conocida la Fiesta del Agua en Puquio; las ceremonias a Santiago o Illapa en todos los pueblos chankas, y en Huancavelica los danzantes se presentan  para celebrar la Navidad y la Bajada de Reyes.

A consecuencia de la violencia interna sufrida en nuestro país durante las décadas de los ochenta y noventa, muchos de los danzantes y músicos tuvieron que migrar, al igual que otros pobladores a la capital; es así que, actualmente, la mayoría de los danzantes se concentran en Lima, incluso muchos de ellos han aprendido este arte en la capital de maestros danzantes provenientes de la sierra; y desde Lima retornan a los pueblos para participar en las fiestas patronales.




















Resumen argumental de la obra

En un pueblo de nuestra sierra vivía una humilde mujer con su único hijo varón, Manuelcha, para quien el juego era su pasatiempo favorito. Un día mientras recogía leña por encargo de su madre, se acercó jugando hasta una cueva donde se encontró con un misterioso niño que danzaba; la música provenía del fondo de la cueva. A modo de juego Manuelcha iba imitando a su misterioso amigo hasta que fue aprendiendo su baile, al cabo de un rato el niño misterioso desapareció dejando sus tijeras y un muñeco semejante a él. Manuelcha recoge los objetos y le pide a su madre que le haga un traje similar al del muñeco. Pasados unos días, Manuelcha se encuentra nuevamente con su amigo misterioso ya convertido en un danzaq y desaparece de su pueblo; al poco tiempo aparecieron otros danzantes similares en varios pueblos. Dicen que Manuelcha se convirtió en maestro y enseña la danza de pueblo en pueblo hasta el día de hoy.

















Los niño danzaqs

Apu Chipao, Apu Qarwarasu, Siwarcito y Yana Puma, son cuatro niños danzaqs que nacieron en Lima, cuyos padres son migrantes del departamento de Ayacucho; ellos, por iniciativa propia, han decidido practicar este difícil arte, convirtiéndose en niños extraordinarios, portadores y herederos de una tradición que sin duda harán  que el arte de los danzantes se mantenga vivo en otras muchas generaciones. Ellos son el ejemplo de cómo nuestra identidad, a pesar de salir de su lugar natural, puede reproducirse en otros espacios como la capital peruana, para mantener intacta una tradición ancestral. En muchas culturas, la manera de transmitir los conocimientos es a través de las enseñanzas del maestro al discípulo;  esta no es la excepción, la peculiaridad de la danza hace que sea muy complejo su aprendizaje. Un danzante es un elegido que se convierte en representante de un dios tutelar, por ello estos niños han aprendido imitando a sus maestros y, a su corta edad, son ya partícipes de las fiestas tradicionales y a la vez representantes de sus apus.


Apu Chipao, Bryan Caccha Cotaquispe, cuenta con 11 años de edad y practica el arte de la danza desde temprana edad; empezó tocando con “cucharas de comer”,  refiere él mismo, es hijo del violinista ayacuchano Checche de Sondondo; sus principales maestros son el danzante Qori Sisicha y Chalicha. A su corta edad ha obtenido importantes logros en distintos escenarios, tanto de Lima como en el interior. Su seudónimo artístico significa “la gran montaña”.


Apu Qarhuarasu. El Qarwarasu, el wamani Apu mayor de los lucanas, es el seudónimo de Noel Tueros Cuaresma, hijo de padres ayacuchanos, empezó a danzar a la edad de seis años por iniciativa de su padrino, quien le obsequió unas tijeras, posteriormente, el vestuario. Desde sus inicios Noel ha destacado en la danza realizando presentaciones en distintos lugares del Perú, como Ica, Nazca, Puquio. Apu Qarhuarazo significa montaña de nieve eterna.



Siwarcito o Picaflorcito. Luis Alberto Neyra Siancas practica la danza desde los seis años de edad, ahora cuenta con 15 años y es el más maduro del elenco; su maestro en la danza fue el danzante Picaflor de Puquio. Su padre es natural de Ayacucho y su madre de Lima, recibió el incentivo de sus abuelos paternos, para quienes la danza era parte de la identidad de su pueblo de origen, y vieron en Siwarcito a un representante del espíritu del Apu de su pueblo.


Yana Puma. Es el nombre artístico de Joseph Vidal Paucarima Navarro; nacido el 2 de abril de 1997, en el distrito de San Juan de Miraflores (Lima). Sus padres son de Ayacucho. Él se inició en el arte de danzar a la edad de cuatro años, después de presenciar el baile en el pueblo de sus padres. Picaflor de Puquio,  conocido danzante y difusor de este arte se convirtió en su maestro. Su seudónimo significa “puma negro”, que en nuestra cultura es considerado un animal sagrado, ya que un puma negro no existe salvo en la creencia de los rituales andinos.



Objetivo general del proyecto

Revalorar el arte ancestral de la danza de las tijeras, proporcionando a estos cuatro niños herramientas del teatro que enriquezcan sus conocimientos y habilidades, para que sean potenciales difusores del arte de la danza, manteniendo viva la tradición; motivando a otros niños a reconocer su identidad cultural a través de esta danza.



Objetivos específicos:

  1. Realizar el montaje de una obra teatral, dirigida a público general y, específicamente, a niños y jóvenes, tomando como inspiración una leyenda que narra el origen de estos danzantes.

  1. Realizar una temporada de presentaciones para la difusión de la obra teatral, convocando  a niños y jóvenes de Lima en una primera etapa y posteriormente realizar una gira por los principales ciudades de la región Chanka (Ayacucho, Apurímac y Huancavelica) de donde es oriunda la danza de las tijeras. 

Promotores del proyecto:

Amiel Cayo Coaquira. Actor y artista plástico de amplia trayectoria, En Puno, su ciudad natal, ha fundado y dirigido por 11 años el grupo Yatiri. Desde 1990 integra el Grupo Yuyachkani, participando en varios montajes de los que destacan Hasta Cuando Corazón, Santiago, Hecho en el Perú, entre otros. Como actor ha participado en importantes festivales de teatro en Europa, Latinoamérica, Asia y Estados Unidos.



Ana Gladys Arce Roca. Actriz y pedagoga, directora fundadora de la Asociación Cultural Raymi. Se inició en el grupo de teatro Vichama de Villa El Salvador; es egresada de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático.
Como actriz ha participado en varios montajes teatrales con Vichama teatro, el CEXES de Yuyachkani y varios cortometrajes; además realizó talleres pedagógicos de teatro dentro y fuera del país, orientado a docentes y estudiantes de teatro. 



Andrés Lares “Chimango”. Virtuoso músico del violín, uno de los máximos representantes de la música de los danzantes de tijeras. Por su talento ha compartido trabajos con músicos importantes de nuestro medio, como Manuelcha Prado, Miki Gonzáles; así mismo, ha participado conjuntamente con el danzante Q`ori Sisicha, en diversos festivales de Estados Unidos y Europa.



Zenón Llamoca Inca “Inkacha”. Notable músico arpista y constructor de arpas. Ha llevado su arte a diferentes escenarios al lado de importantes danzantes, realizando giras en Estados Unidos y Europa.










Gerardo Caccha Arango, “Checche de Sondondo”. Natural de Sondondo, pequeña villa situada en un vallecito del Hatun Mayu, Lucanas (Ayacucho), cuna del cronista Huamán Poma de Ayala. Al igual que Chimango, Checche de Sondondo es otro músico virtuoso del violín; su padre, quien llevaba el mismo seudónimo, también era un gran maestro del violín. La mayoría de los miembros de su familia se dedican a la difusión de la danza de las tijeras.

1 comentario:

  1. Me hubiera gustado ir con mis sobrinos, pero estàn en examenes. Ojalá pudieran haber otra fecha más.

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